La Conmemoración de La Noche de los Bastones Largos Cada 29 de julio se conmemora un nuevo aniversario de La Noche de los Bastones Largos. Aquella noche de 1966 se produjo uno de los más violentos episodios que se recuerdan cuando se desalojó por la fuerza una de las facultades de la UBA, tras la disposición de intervenir las universidades nacionales. Los largos palos que utilizó la policía para castigar a las víctimas dio nombre a este triste incidente. El Contexto Político Tras el derrocamiento de Arturo Illia, el 28 de junio de 1966, el presidente de facto, Juan Carlos Onganía, dispuso por decreto, el 29 de julio de ese mismo año, el fin del gobierno tripartito y la autonomía de universidades nacionales. El entonces rector de la UBA, Ing. Hilario Fernández Long, se manifestó en contra de dichas medidas y renunció a su cargo. La Respuesta de la Comunidad Universitaria En repudio a los hechos, varias facultades fueron tomadas por estudiantes y profesores. En la UBA, nueve decanos decidieron acompañar la dimisión del Rector Hilario Fernández Long y realizaron sendas asambleas en oposición a la intervención. Sin embargo, la peor represión se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias Exactas. Un Testimonio Elocuente El relato de Rodolfo Busch, en ese entonces director del Departamento de Química Física, Inorgánica y Analítica de la Facultad de Ciencias, es ilustrativo de lo ocurrido aquella noche: “Se oye ruido de madera al romperse y estampidos que parecen provenir del patio. (...) Se oyen gritos y una especie de ladridos, como órdenes ladradas. Empiezan a sentirse los gases lacrimógenos. Poco a poco, la atmósfera se vuelve irrespirable. (...) Trato de proteger a la ex-consejera, ya estamos entre policías armados hasta los dientes, con bastones y cascos, que golpean, gritan e insultan mientras nos arrean hasta el patio. En la escalera hacen zancadillas y aprovechan para golpear. Está oscuro y ha llovido. Tengo los ojos a la miseria. No sé cómo no pierdo pie. Tienen apretujada a la gente, las manos en alto, contra la pared que da al subsuelo de genética. Debe haber de cuatro o cinco en fondo por un frente de quince o veinte. Allí siguen los golpes y los insultos. Se oyen los golpes. Qué mirás vos, hijo de puta. Bastonazos a la cabeza. Al que apoye las manos en la pared le reviento los dedos. Golpes. Órdenes ladradas. Más arriba las manos. Al primero que las baje lo bajamos. Quiero ver sangre hoy. Matalo a ese hijo de puta. Terminalo. Golpes. ¿Están listos los pelotones de fusilamiento? Atorrantes. Hijos de puta. Alguien es perseguido por dos o tres. Golpes. Ladridos. Matalo. Quiero ver sangre. Dónde andará la ex-consejera. Dónde andará Simón. Parece que le pegan. Dónde andará Ambrose. (...) A estos brutosque ladran, patean, insultan y golpean, ¿los guardarán en jaulas? ¿Tendrán esposas, hijas, madres? Imposible”.